EL MIEDO: La ruta más dura de mi vida.

Daniela Martucci saltando mientras corre en la montaña en un día soleado

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Todo estaba en mi cabeza. Tenía un proyecto armado que merecía ser descubierto, pasado en limpio y transformado en realidad, pero pasaron meses antes de que dejara de importarme preguntas como: ¿a quién le interesa? ¿quién me va a escuchar a mí? ¿tiene sentido? ¿costará mucho dinero?

Pregunté entre mis amigos más íntimos “¿tú le dedicarías tiempo a algo así?” Las respuestas fueron variadas, pero las ganas de ponerme a prueba eran inmensas. Tenía que atreverme, y fue cuando por primera vez le vi la cara al miedo enorme que tenía en frente. Su silueta era de duda, tenía el tamaño de mi inseguridad y lo acompañaba algo que logró quitarme el sueño por las noches y hasta las ganas de correr: la ansiedad.

Siempre nos han hablado sobre lo maravilloso que es soñar; cerrar los ojos y visualizarnos en ese lugar donde queremos estar, pero nadie nos dice lo que puede pasar cuando ese sueño lo tienes a un paso y empiezan a aparecer los miedos que se convierten en excusas para frenarte sin que te des cuenta.

Llegué a pensar tantas cosas que me alejaban de lo que realmente quería, que pensé incluso en abandonar la idea y engavetarla un par de veces, pero después amanecía y una energía renovada me hacía empezar de nuevo; tal como un mal día de entrenamiento, al siguiente volvemos a intentarlo y todo sale mejor.

Así ha sido este proceso maravilloso de crear un sueño llamado SABER CORRER, que ha ido transformándose con el tiempo y ha venido de la mano con un crecimiento personal sin el que hoy no sabría realmente hacia dónde ir.

Sigo aprendiendo, sigo descubriendo mis más grandes retos, pero lo más importante es que a diario siguen apareciendo motivos por los cuales seguir adelante, pese a los obstáculos, pese a los juicios malintencionados y pese a las personas que he tenido que dejar atrás para poder avanzar.

Si llegaste hasta aquí ¡GRACIAS! y bienvenido a esta ruta (la más difícil de mi vida), que a veces me parece que voy muy lento, pero que otras me doy cuenta que como voy es ¡PERFECTO!