Sabemos que nuestra semana de entrenamiento debe incluir sesiones de descanso activo o el llamado “entrenamiento invisible” que nos permite asimilar todo el trabajo que se ha venido desarrollando.
Sin embargo, más allá de uno o dos días de descanso a la semana, al momento de planificar lo que será nuestra temporada competitiva y nuestros ciclos de entrenamiento, es importante incluir una temporada de descanso que nos ayude a recuperar nuestro cuerpo y, más importante aún, también nuestra mente.
Que difícil es darnos un tiempo de pausa… ¡Pero qué necesario!
Cuando logramos un balance en nuestros ciclos de entrenamiento y recuperación, no solo se mantienen vivas las ganas y el entusiasmo, sino que nos estamos cuidando del temido sobre entrenamiento, que además de poner en riesgo nuestra salud física, también puede verse afectada nuestra salud mental.
¿Cómo se planifica el descanso?
Para empezar hay que quitarle la etiqueta negativa que se le ha impuesto a ese período de recuperación en que un atleta se dedica a hacer otras cosas de menor intensidad o simplemente se da un tiempo para no hacer ningún tipo de actividad física.
El tiempo ideal es indefinido ya que depende de cada persona y de cada caso, pero unos 15 días o más podría ser lo que se aplica con más regularidad. Siempre va a depender de los ciclos de entrenamiento que se manejen y la periodización de tu plan, así como también de la forma en que has venido asimilando las cargas durante el año y la temporada de competición.
Lo importante es que te tomes el tiempo que TÚ y tu entrenador consideren necesario y si lo haces de manera planificada, no tiene por qué afectar tu rendimiento sino todo lo contrario; será una recarga de energía que te ayudará a volver repotenciado.
Al momento de planificar tu calendario de competiciones, una vez que definas ese GRAN objetivo para este año, programa luego una temporada un poco más larga de descanso para que tu cuerpo se recupere, tu mente se recargue y tu entusiasmo por volver te repotencie la motivación al 1000%.