Comienzan los entrenamientos largos previos al maratón y tu cuerpo empieza a pedir cada vez más descanso. Los días de series de velocidad no paran, cada vez son más y nos dejan más agotados. Cuesta levantarse por la mañana o cambiarse los zapatos para correr en las tardes. Un dolorcito por aquí, una molestia por allá y las lesiones anunciándose si no hacemos las cosas bien.
Lo más complicado de un maratón no es correr los 42 kilómetros 195 metros ese día, sino llegar a pararte en la línea de partida completo, preparado, habiendo cumplido un plan de entrenamiento duro, exigente y demandante durante 16, 12, 18… semanas. No soy amante de correr en asfalto, pero si de lo que me ha enseñado entrenar para un maratón, todas las veces que he decidido hacerlo.
El momento de la frustración va a llegar.
Te vas a sorprender de lo que tu cuerpo puede hacer a pesar de no querer. Vas a sentir que no puedes más, que no lo vas a lograr. Vendrán las malas sensaciones a decirte que no estás listo; llegará ese momento en el que tocará tomar decisiones difíciles y abandonar para no hacernos daño o darnos cuenta de que no estamos siendo lo suficientemente valientes para exigirnos más. Todo llega en algún momento y cada quién lo vive de manera distinta. Por eso siempre afirmo que un maratón te prepara para todo en la vida.
Me ha tocado desistir y por eso le tengo tanto respeto a los chequeos. Se lo que se siente querer y no poder. Recuerdo aquel chequeo que hice un día de mi cumpleaños para lo que sería mi segundo maratón y no lo pude terminar. Me duché entre lágrimas y supe que la franela de ese año no tendría medalla que la acompañara. Ya estaba inscrita y la franela aún la conservo.
Todo lo que se vive en cada etapa de preparación es maravilloso e increíblemente poderoso y esa es la razón por la que cruzar la meta te hace sentir un verdadero héroe.
Recibe cada prueba con agradecimiento y vívela con intensidad. Aprende todo lo que la preparación para el maratón te viene a enseñar. Recuérdalo siempre porque cada lección te servirá para TODO en la vida.
Dale la bienvenida a esas malas sensaciones y busca incluir el conocimiento en tu plan de entrenamiento para que tomes las mejores decisiones cuando haya que tomarlas, pero sobre todo ¡aguanta! que la recompensa siempre valdrá la pena.